Para alguien que ha perdido su mascota amada...
Perdiste a tu mascota, siento tu dolor. Yo también he perdido animales amados y sé que es como caer por un instante que parece eterno, en un hoyo de extraña oscuridad que duele de la forma más básica posible. Este animal en particular era tuyo y vos eras su humano, es decir, hay un sentido de responsabilidad adoptado por voluntad propia. Al final te quedás con un montón de espacio vacío.
Perder a tu amigo animal no se compara con la pérdida de un humano amado, porque los seres animales no ocupan los lugares del corazón que llenan los seres humanos: la diferencia radica en que el entendimiento inter-especie entre un humano y su mascota, puede ser descrito como la exquisita complicidad de compartirse el uno al otro sin necesidad de palabras ni otras complicaciones humanas… es la simpleza lo que caracteriza a la pureza del amor entre un humano y un animal. Todos añoramos una relación así de inocente.
Ahora estás abrumado con ese espacio vacío y a ratos te salta el corazón porque parece que aún está presente: escuchás sus habituales ruidos, te confundís y pensás que hay que darle de comer y al ver sus cositas, no podés creer que no está ahí. Es normal que divagués por momentos de negación, hay una parte muy racional de vos que sabe que se ha ido para no volver, y hay una parte muy emocional de vos que se niega a dejarlo ir. Dále chance a ambas partes de coexistir, porque un balance entre razón y sensiblidad es bueno. Te hará bien hablar con otras personas animaleras de tu dolor, darte un momentito para hacerle un tributo, llorar y permitirte decirle adiós.
Puede ser que te dé cólera y te enojés con vos mismo o con alguien más en un intento de culpar a alguien o algo por tu pérdida. Debés saber que señalar con un dedo a otro no va a devolverte a tu ser amado, ni mucho menos te va a calmar. De manera racional aceptá que buscar culpables solamente profundiza el dolor aislandote de los demás. Si vos sentís culpa de que no fuiste suficiente, que le fallaste a tu amigo animal, pensá que tu mascota jamás podría juzgarte así: él solamente pudo amarte con el amor más puro de principio a fin, y todos tenemos un fin, pero el final no es más que una pequeña parte de un gran todo interconectado, así que si vos le diste la mejor vida posible a tu preciosa mascota, eso es lo más importante: que le sumaste a su vida mucho más de lo que le restaste… y viveversa.
Inevitablemente tu mente podrá caer en períodos de juegos mentales y devolverse al pasado a hurgar en los posibles escenarios de qué hubiera sucedido si las cosas hubieran sido diferentes: si tan sólo no hubieras hecho aquello, si le hubieras puesto más atención a esto! Estás negociando contigo mismo creyendo que dándole vida a esas posibilidades inútiles, vas a llegar a algún tipo de acuerdo acerca de lo que hubiera sido mejor. No gastés tu energía en fabricar lo que no existió y date la oportunidad en su lugar, de recrear todos los bellos momentos que de hecho, sí vivieron juntos.
La vida continúa y con ella momentos alegres, pero siempre está esa tristeza enroscada en un rincón muy tuyo, porque la pérdida es irrevocable y la sola idea de que vas a continuar viviendo sin tu animal amado es deprimente. Comparto tu tristeza… creo que todos los que hemos llegado a conectarnos con un animal, estamos con vos en ese lugar azul, no estás solo. Tampoco te sintás mal por estar más triste por un animal de lo que has estado por un humano, ciertamente son especies diferentes y en nuestro sistema de creencias ellos no entran en la categoría de las personas, más no por eso tu tristeza debería ser menor: la risa es la misma cuando hacen algo chistoso y las lágrimas son igual de saladas cuando lloramos su partida.
Al final de este proceso, llega una paz muy silenciosa y sutil a cubrirlo todo: la aceptación. Es como si la mano más grande y suave del mundo te acariciara calmando el dolor. Estás convencido y no hacen falta explicaciones porque ves claramente la realidad de que tu animal amado se ha ido y vos lo has dejado ir. Podés sonreir al sentir amor con su recuerdo siempre presente, satisfecho de que tuvieron una conexión permanente e irremplazable… hasta que se encuentren nuevamente del otro lado del arcoíris, sabés que ambos van a estar bien.
Dedicado a Esteban, para que siempre que mire al cielo, vea a su Luna.
Imágenes cortesía de:
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